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Capítulo 4 – Hospital Popular Nº1 de la Ciudad X (Parte 4)
La persona fuera de la puerta casi salió rodando hacia atrás del susto, se pegó contra la pared opuesta y tartamudeó:
—¿E-e-e-eres humano o un fantasma?
Con el rostro impasible, Qi Leren dejó que su lado travieso se manifestara:
—Oh, soy un fantasma.
Por desgracia, la otra persona aún no había perdido la capacidad de razonar y ya se había calmado. Al ver la sombra en el suelo, suspiró aliviado:
—No asustes a la gente así… Oye, me resultas familiar, ¿nos hemos visto antes?
Qi Leren respondió con frialdad:
—Doctor Lu, 24 años, doctorado, tres años de trabajo y aún sin novia. Nos vimos hace unas horas.
El doctor Lu se rascó la nariz, algo avergonzado:
—Ah, cierto, cierto. Hola, hola, ¿cómo te apellidas?
—Qi, Qi Leren.
El doctor Lu no dijo su propio nombre, simplemente lo jaló de vuelta al consultorio:
—Leren, ven, vamos a intercambiar información. Cuando desperté, estaba en la oficina. La puerta estaba cerrada con llave, y afuera había una niebla muy densa, definitivamente anormal. Me apresuré a buscar la llave, pero el cajón donde siempre la guardo también estaba cerrado. Según mi vasta experiencia viendo películas de terror, eso es señal de que algo anda muy mal. Y justo entonces apareció el extraño mensaje del sistema, y al levantar la vista vi el reflejo de una sombra fantasmal en el espejo del escritorio vecino.
La situación del doctor Lu era similar a la de Qi Leren, quien asintió mientras escuchaba:
—¿Y luego?
—Entonces me controlé y no miré atrás —dijo el doctor Lu con cara de asustado—. Rompí el cristal del pasillo con una silla y traté de salir por ahí, pero me corté la mano con un pedazo de vidrio.
(Mientras decía esto, mostró la palma vendada).
—No soy muy ágil… Ni siquiera había salido del todo cuando sentí que algo se subía a mi espalda. Me asusté muchísimo y golpeé hacia atrás, ¡y terminé golpeando a algo sólido! ¡Lo empujé de vuelta! Nunca en mi vida había tenido tanta fuerza.
El doctor Lu tenía una expresión de haberse impresionado a sí mismo:
—Aunque pensándolo bien, creo que fue porque mi mano estaba sangrando.
Qi Leren recordó la motosierra ensangrentada que logró matar a un fantasma y asintió en señal de aprobación.
—Después, el sistema me indicó que debía sobrevivir hasta el amanecer. Me vendé la herida como pude y evité áreas como ginecología y cirugía, que claramente estarían plagadas de fantasmas. Y así fue como terminé aquí y me topé contigo —contó el doctor Lu—. Por suerte, sólo me encontré con un fantasma, y ni siquiera parecía muy agresivo.
—De verdad que tuviste suerte. Cuando corrí desde el edificio A, vi a varios por el camino. Eran lentos, por suerte, así que pude dejarlos atrás —dijo Qi Leren. De pronto, su expresión cambió—. Espera, hay algo que debo decirte. Antes, en el vestíbulo, me encontré con un asesino empuñando una motosierra… mató a alguien.
—¿U-un asesino? —El rostro del doctor Lu palideció—. ¿No me digas que también entró?
—¿Qué sabes al respecto? —Qi Leren notó que parecía saber algo y le preguntó de inmediato.
—Es que… hoy en el trabajo escuché a unas enfermeras chismear. Decían que un prisionero acusado de asesinatos múltiples había sido trasladado desde la cárcel al hospital por autolesiones… —dijo el doctor Lu con rostro pálido.
—¿Autolesiones? —Qi Leren recordó el rostro del asesino, lleno de heridas frescas—. Es cierto… tenía cicatrices nuevas. ¿Fue él quien se desfiguró?
—Estamos jodidos. Según mi vasta experiencia viendo películas de terror de todos los continentes, esto se va a poner feo —dijo el doctor Lu con ansiedad—. Esto es como el “otro mundo” de Silent Hill, aunque no tan difícil. Si es un juego de supervivencia, entonces mientras más avance el tiempo, más peligroso se pondrá. Fantasmas más fuertes, más numerosos… Al parecer, no somos los únicos que hemos entrado a este “otro mundo”. La única conexión que tenemos es que estuvimos en la ambulancia… ¿será eso lo que nos llevó a este lugar?
Mientras el doctor Lu daba vueltas en el consultorio pensando, Qi Leren recordó el camión que apareció justo antes del accidente. ¿Realmente fue un accidente?
—Los que estamos aquí somos: tú, sobreviviente del accidente enviado al hospital; yo, médico común del hospital; el asesino, prisionero trasladado desde la cárcel… Parece que todos los que estaban en el hospital pueden acabar en este otro mundo. ¿Será una selección aleatoria? ¡Ahhh, qué frustración! ¡Quiero irme a casa! —se quejó el doctor Lu, sentándose con cara de estudiante que está por reprobar un examen. A pesar de tener más edad, parecía menor que Qi Leren.
Mientras bebía agua lentamente, Qi Leren le contó su experiencia, omitiendo únicamente la tarjeta de habilidad SL. El doctor Lu tampoco mencionó nada sobre habilidades, aunque tenía el mismo cinturón con ranuras en la cintura, lo cual indicaba que tal vez esas tarjetas no eran tan fáciles de obtener.
Qi Leren aún no bajaba la guardia. Sentía que el doctor Lu tampoco lo hacía. En un lugar tan extraño como este hospital, nadie podía estar seguro de si la persona frente a ti era humana o…
En fin, mejor ser precavido.
—¿Hay algo que podamos usar como arma en el hospital? Estamos completamente desarmados, y eso nos pone en desventaja —preguntó Qi Leren.
—En cirugía hay muchas cosas: sierras eléctricas, bisturís… Supongo que el asesino consiguió su motosierra ahí. Pero está muy lejos, en el edificio A. Yo no me atrevería a ir con ese asesino suelto —dijo el doctor Lu con cierto temblor en la voz.
Qi Leren echó un vistazo a sus cortas piernas, luego recordó las largas del asesino, y lo comprendió perfectamente.
—Tomé mucha agua. Iré al baño —dijo Qi Leren, dirigiéndose a la puerta del consultorio.
—¿De verdad piensas usar el baño en un hospital lleno de fantasmas? —le dijo el doctor Lu con tono lúgubre.
Qi Leren se quedó congelado.
—En el pasillo hay macetas grandes. Usa una. La seguridad es lo primero —dijo el doctor Lu con compasión.
Qi Leren salió con rigidez y regresó minutos después con cara de piedra. Como tampoco tenía la costumbre de hacer sus necesidades en cualquier parte, el doctor Lu comprendió perfectamente su incomodidad y cambió de tema:
—Se me ocurrió un lugar que podría tener muchas herramientas. Vamos a buscar juntos.
—¿Qué lugar? —preguntó Qi Leren.
—El cuarto de electricidad y el de carpintería, en la esquina del primer piso del edificio B. Tal vez encontremos la “Espada sagrada de la física” (una palanca). Vamos —dijo el doctor Lu.
Qi Leren sonrió. Al parecer, el doctor Lu también era fan de los juegos de terror.
Salieron del área de otorrinolaringología y avanzaron por el pasillo hacia las escaleras. A medio camino, el doctor Lu se detuvo y dijo con duda:
—Allí adelante está ginecología. ¿Deberíamos rodear? Ahí hay una sala de abortos muy grande…
Qi Leren lo entendió al instante y giró en redondo:
—Vamos, rodeamos.
No habían caminado mucho cuando oyeron pasos tambaleantes y gemidos detrás de ellos. Una figura salió tambaleándose por una puerta, se sostuvo el abdomen y cayó sentada junto a la pared.
Qi Leren se quedó pasmado. ¡Era la chica que se había sentado a su lado en el autobús!
Ella se desplomó contra la pared, pálida y sudando frío, y pidió ayuda con voz débil:
—Ayúdenme…
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