Switch Mode

Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano

Read the latest manga Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano at MoChy Novels . Manga Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano is always updated at MoChy Novels . Dont forget to read the other manga updates. A list of manga collections MoChy Novels is in the Manga List menu.

—————————————————————
ESTAMOS BUSCANDO CORRECTORES Y UPLOADERS
SI TE INTERESA AYUDAR ÚNETE AL DISCORD Y ABRE TICKET

Recuerda que puedes leernos en Patreon:
https://www.patreon.com/MoChyto

Y únete a nuestro servidor Discord
https://discord.gg/UE4YNcQcqP
—————————————————————

Capítulo 288: Olimpiadas y Parques de Diversiones (3)

—¿En serio no tienen dinero…? Bueno, pensándolo bien, tiene sentido que no tengan —dije, algo sorprendido, recordando que yo mismo había ordenado exprimir todo lo valioso de Londres.

Al notar mi expresión, Diego se acercó y revisó el informe junto a mí.

—Ah… Supongo que podría ser así.

Aunque resultaba algo chocante recibir esta noticia en medio de la construcción de los estadios olímpicos, si decían que no había dinero, no había mucho que hacer.

—Por mucho que les falte dinero, es bastante inesperado que nos lo digan así de frente. Es una situación algo… absurda, ¿no?

Era una situación desconcertante, pero también me causaba cierta gracia.

—… Creo que prefirieron ser sinceros porque no saben cómo reaccionaríamos si simplemente rechazan participar —comentó Diego, lo que me hizo recordar algo.

—Ah, el nuevo primer ministro británico… ¿no es William Gladstone?

Gladstone, famoso por ser el primer ministro de origen plebeyo de Inglaterra. Tenía entendido que asumiría el cargo más adelante, pero parecía que la historia había cambiado y había llegado a ese puesto más rápido, al igual que Abraham Lincoln.

Recientemente, también había recibido la noticia de que Lincoln se había convertido en presidente interino. Con su popularidad, si no comete ningún error, prácticamente tiene asegurada la presidencia, y si opta por una reelección, podría durar muchos años en el cargo. Le había enviado una carta de felicitación, mostrando buenos deseos y proponiendo mantener una relación cordial.

“Los talentosos siempre logran abrirse camino, incluso cuando cambian las circunstancias”, pensé, sintiéndome intrigado por el giro de los acontecimientos.

—Sí, un hombre de origen plebeyo y con fama de pragmático —dijo Diego.

—Bueno, entonces tiene sentido que haya tomado esa decisión.

Asentí, aunque no dejaba de parecerme una lástima.

—Después de todo, es un evento para promover la reconciliación tras la guerra. Si Inglaterra no participa, el significado de estas Olimpiadas se desvirtúa bastante, ¿no?

Había acelerado al máximo la organización de los Juegos precisamente para que sirvieran como un escenario de reconciliación posguerra. Si dejaba pasar demasiado tiempo, perdería sentido. Por eso acepté la fecha poco conveniente de 1859 para la inauguración. Ahora, con la posible ausencia de Inglaterra, el evento perdía parte de su propósito.

—Es probable que así sea.

—Hmm…

Me aparté un momento de la obra y me puse a reflexionar.

Había varios países a los que habíamos ofrecido apoyo para que asistieran a los Juegos Olímpicos. Aunque solo había 11 disciplinas, apenas dos más que en los primeros Juegos Olímpicos de mi vida pasada, la cantidad de países participantes se había multiplicado. En el pasado, los países que asistieron fueron Grecia, Estados Unidos, Inglaterra, Hungría, Alemania, Suecia, Chile, Dinamarca, Australia y Francia, en total diez. Esta vez, además de Grecia, se había invitado a todos los países europeos, al Imperio Otomano, Sion, Corea, Filipinas, China, Japón, Hawái, Aotearoa y todos los países de América del Sur. A excepción de las regiones de la India, con quienes aún no habíamos concretado alianzas, prácticamente habíamos invitado a todos nuestros socios.

Algunos países se mostraban renuentes debido al coste de seleccionar y entrenar atletas y al traslado, entre ellos algunas naciones sudamericanas derrotadas en la guerra pasada, y también mi patria anterior, Corea.

—Hemos ofrecido préstamos a otros países para que asistieran; hay un buen motivo para apoyarlos, pero sería algo extraño ayudar a Inglaterra sin condiciones, ¿no crees?

—Sí, eso podría causar molestia entre los británicos.

“Recuerdo que incluso en las Olimpiadas apoyaban a países en desarrollo…”

Sabía que en mi vida pasada el Comité Olímpico Internacional (COI) y otras organizaciones habían ayudado a financiar la participación de países con problemas económicos mediante un programa llamado Solidaridad Olímpica. Claro, eso era en mi tiempo anterior, y quizás era pronto para introducir un sistema así en esta época. Las Olimpiadas no siempre se harían en México, y si el país anfitrión tenía que asumir todos esos gastos, nadie querría organizar el evento.

“Sería más beneficioso encontrar una forma de que asistan, aunque implique gastar algo de dinero. Pero ¿Cómo hacerlo?”

No podíamos simplemente ofrecerle un préstamo a Inglaterra para que participara, ni mucho menos regalarles dinero. Tras un momento de reflexión, se me ocurrió una idea.

—Tendremos que abrir una licitación para patrocinadores de equipos deportivos. Algunos países incluso tienen dificultades para conseguir equipo deportivo, así que nos viene perfecto.

Si el COI lograba obtener fondos propios para apoyar a Inglaterra y a otros países, no seríamos nosotros, el Imperio Mexicano, quienes financiáramos, ni recaería el gasto solo en el país anfitrión.

Implementar las nuevas regulaciones del COI era sencillo, ya que la organización estaba formada principalmente por mexicanos, junto con algunos representantes del Imperio Alemán y Rusia.

—Informa a Ramón para que comience a preparar la licitación. Costará un poco, pero es una oportunidad para exportar equipamiento deportivo a nivel mundial.

—Como ordene, Su Majestad.

Tras resolver el problema con Inglaterra, me dirigí a la zona de construcción del parque de diversiones. Era un proyecto en el que había trabajado personalmente, asignando como arquitecto principal a Damián, con quien ya había colaborado en la planificación de la Universidad Imperial. Admiraba su sentido estético desde entonces.

Al entrar en el área del parque, vi a Damián acercarse corriendo desde la distancia

—Su Majestad, ha llegado. Estamos llevando a cabo su hermoso diseño tal como lo ideó; puede verlo con toda confianza.

Damián mostró su orgullo con seguridad en sus palabras. Ya habían pasado catorce años desde que construimos juntos la Universidad Imperial, y él había ganado mucha experiencia desde entonces. Siempre había demostrado un gran talento artístico, así que en ese aspecto no me preocupaba; mi inquietud era otra.

—Damián, como tú estás al mando, no me preocupo por el diseño. ¿Cómo va el terreno? ¿Tiene la resistencia que esperábamos?

La preparación de los cimientos es crucial en cualquier lugar, pero aquí, en la península de Yucatán, aún más, debido a las particularidades del suelo. Los terrenos más estables se asignaron para las instalaciones olímpicas, pero la ubicación del parque de diversiones requería bastante refuerzo.

—No se preocupe por eso, Su Majestad. Como estaba previsto, encontramos varios cenotes en el subsuelo, pero empleamos equipos de perforación minera para hacer un estudio exhaustivo. Los cimientos están profundamente asentados y completados con técnicas de inyección de mortero. Ya sabe que en Ortega Construcción tenemos a los mejores en refuerzo de suelos.

Los cenotes, una serie de pozos naturales y sumideros subterráneos comunes en Yucatán, eran un gran desafío para el desarrollo de la región. Se forman por la disolución de la roca caliza por el agua de lluvia y, si contienen agua subterránea y no se refuerzan adecuadamente, un edificio pesado podría hundirse, provocando un desastre. Sabía que con la experiencia acumulada en proyectos como ferrocarriles y represas en la península, el equipo estaba al tanto de estos riesgos y sabrían cómo evitarlos, pero pregunté por si acaso.

Gracias a los avances modernos que había introducido para prevenir desastres como el terremoto en Ciudad de México, estaba tranquilo en cuanto a las técnicas de construcción. En cuanto a ingeniería y construcción, nuestro país estaba, sin duda, al menos unas décadas por delante de otras naciones.

—Muy bien. Entonces, puedo recorrer nuestra obra con tranquilidad.

—Por supuesto, Su Majestad. Permítame mostrarle nuestra obra principal.

Damián, en lugar de dar una explicación desde la entrada, decidió llevarme directamente a la parte que más le enorgullecía. Tras unos minutos de caminata, se detuvo y se volvió hacia mí.

—Aquí está el corazón de nuestro parque, Su Majestad.

Con un rostro rebosante de orgullo, Damián señaló hacia arriba, y yo, sin darme cuenta, asentí. La estructura metálica de la montaña rusa comenzaba a tomar forma, revelando una silueta imponente en el centro del parque. Era una construcción monumental, diseñada como una reinterpretación de una pirámide maya, con una altura que parecía alcanzar el cielo. Las vías de metal serpenteaban como una enorme serpiente, rodeadas de otros juegos que le hacían compañía.

—Su Majestad, esta montaña rusa no solo ofrece velocidad y adrenalina; lleva a los pasajeros a través de la mitología maya. Antes de abordar, conocerán las aventuras de los dioses mayas en una breve introducción. Al empezar el viaje, esa historia cobra vida. Es una experiencia que combina la narrativa y la emoción para ofrecer algo más que un simple recorrido emocionante; es una historia que se vive.

—Excelente. Así el entretenimiento tiene también un elemento educativo.

Sonreí, satisfecho. No se trataba solo de ofrecer diversión; había una experiencia enriquecedora que permitía aprender sobre la historia y cultura de México de una manera natural y entretenida.

—Así es, Su Majestad. Y allá, puede ver la noria, inspirada en la arquitectura del periodo colonial español. El centro tiene decoraciones barrocas, mientras que las cabinas emplean técnicas modernas para garantizar comodidad y estabilidad. Intentamos capturar tanto la belleza de lo moderno como la tradición.

La noria se erguía como una antigua fortaleza colonial, con detalles ornamentados y una elegancia que evocaba el pasado. Además, tenía símbolos mayas grabados, mostrando que no era solo una atracción, sino un sitio donde se reunían diversas épocas de la historia de México.

—La mezcla de la época colonial, la arquitectura moderna y el estilo maya… todo está muy bien logrado. Estoy seguro de que los visitantes sentirán y comprenderán cada aspecto de nuestra historia.

Recorrí el lugar lentamente, observando cada detalle. Entre las atracciones, había estatuas que recreaban la civilización maya, estanques pequeños y jardines bellamente diseñados, fusionando lo natural y lo artificial en una imagen que parecía una pintura. Cada juego tenía un tema no solo en apariencia, sino también en esencia, permitiendo a los visitantes experimentar la historia de México y sentir que formaban parte de esa cultura.

—Tal como deseaba Su Majestad, hemos puesto todo nuestro empeño en que los visitantes comprendan y sientan nuestra cultura a través de la diversión.

Asentí, satisfecho con la dedicación de Damián. Más allá de la emoción de los juegos, había una profunda conexión cultural que resonaba en cada rincón del parque, logrando una armonía perfecta entre entretenimiento y significado.

***

—Deberías casarte de una vez. Eso te daría algo de motivación.

El emperador Francisco José I de Austria tenía un gran dolor de cabeza, y no se trataba de su imperio. Aunque habían perdido en la guerra, el Imperio Austriaco apenas había sufrido bajas y había firmado un tratado de paz sorprendentemente generoso. Con la relación estabilizada con el Imperio Alemán y una mejora en las relaciones con México, la situación externa se había calmado, permitiéndole enfocarse en los asuntos internos.

—¿Acaso fui yo quien rompió el compromiso? ¡Fue Bélgica!

El problema de Francisco José era su hermano, Fernando Maximiliano José, quien respondía con un tono de franca indiferencia. Apasionado por la marina, había sido el comandante de la flota austriaca durante la guerra, pero al perder el compromiso con su prometida y que Inglaterra confiscara sus acorazados, había caído en una profunda tristeza.

Había estado comprometido con una princesa belga, pero cuando las tensiones entre Inglaterra y México aumentaron, la familia real belga, en su deseo de mantenerse neutral, rompió el compromiso de forma abrupta. Aunque fue una actitud descortés, pensaron que era mejor evitar verse involucrados en una guerra ajena.

—Te hemos ofrecido otros posibles matrimonios, pero te niegas a conocer a nadie. Nuestros padres están cada vez más preocupados. ¿Hasta cuándo piensas quedarte así, abatido?

Más de un año había pasado desde que Maximiliano cayó en esa depresión, y la paciencia de quienes lo rodeaban estaba llegando al límite. Si no quería casarse, al menos debía salir de su habitación y hacer algo. Al no obtener respuesta de Maximiliano, Francisco José tomó una decisión firme.

—Cumple con tu deber como miembro de la familia real. No te exijo que te cases de inmediato, pero al menos haz algo útil. No tienes opción.

Francisco José no planeaba ceder. Si su hermano seguía resistiéndose, estaba dispuesto a llamar a la guardia para obligarlo a salir. Maximiliano entendió el mensaje.

—…¿Y qué quieres que haga?

Al ver que su hermano reaccionaba, Francisco José suavizó su tono.

—Encárgate de seleccionar y entrenar al equipo olímpico. Después, podrás liderarlo. Te hará bien salir un poco.

Ahora, la relación con el Imperio Mexicano era lo más importante para Austria. Por más cercanos que fueran al Imperio Alemán, la neutralidad era lo máximo que podían esperar de ellos debido a sus orígenes. Por otro lado, Rusia, que les había arrebatado algunos territorios, era una nación abiertamente hostil.

—¿Las Olimpiadas? Ah, te refieres al evento que se celebrará en México.

Para el Imperio Austriaco, mejorar las relaciones con México, la potencia mundial, se había convertido en una prioridad diplomática. Enviar a Maximiliano a las Olimpiadas como muestra de buena voluntad era parte de esa estrategia.

—…Hum, supongo que no tengo elección. Será mejor que me ponga en marcha.

Maximiliano se levantó sacudiéndose un poco. Después de todo, ya no era tan joven, y ciertamente no quería terminar siendo sacado a la fuerza de su habitación por la guardia real, sostenido por ambos hombros.

 

tags: read manga Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano, comic Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano, read Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano online, Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano chapter, Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano chapter, Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano high quality, Me convertí en el Príncipe Heredero del Imperio Mexicano manga scan, ,

Comment

Chapter 288

Por favor desactiva tu adblocker, sin los anuncios no podemos mantener el sitio web