Read the latest manga El Duque Monstruo Me Confundió con Su Esposa 1 at MoChy Novels . Manga El Duque Monstruo Me Confundió con Su Esposa is always updated at MoChy Novels . Dont forget to read the other manga updates. A list of manga collections MoChy Novels is in the Manga List menu.
0. Prólogo
La vida es una serie de encrucijadas.
¿Por qué esa palabra viene a mi mente justo ahora?
Tragué saliva con dificultad al ver el charco de sangre que teñía de rojo el campo de nieve blanca.
No había color en el rostro pálido que contrastaba con la sangre.
—Ria, necesita tratamiento rápido, su condición no es buena —me dijo Nathan, el búho que colgaba de mi hombro, al hablar sobre el estado del hombre. Ante la seriedad del momento, me mordí el labio con fuerza.
Por lo que decía Nathan, ese hombre estaba al borde de la muerte.
Su postura desordenada, la respiración superficial e intermitente, la sangre roja que fluía sin parar desde su abdomen…
Ese hombre no era diferente a una nota de despedida.
(Nota de despedida: expresión usada para referirse a alguien tan anciano o enfermo que parece ya no tener vida.)
—Ria, con tu poder no te tomará mucho —insistió Nathan.
Tenía razón. Yo, que poseo un poder misterioso capaz de curar, podía salvarlo.
Pero… ¿por qué tenía que ser precisamente ese hombre?
Incluso en ese estado sangriento, lo reconocí al instante.
Era imposible no hacerlo.
Espinas negras que nacen desde el corazón hasta el cuello.
Era la señal de una maldición. Y sólo una persona tenía esa maldición.
Alguien con un poder comparable al de la autoridad imperial. El joven dueño del Ducado Sinaize.
Dillian Sinaize.
El hombre frío, sin sangre ni lágrimas. El villano principal de esta historia.
—¿Llamar a otras personas…? —comencé a decir.
—Una hora como máximo. No aguantará tanto —me interrumpió Nathan.
Fruncí el ceño ante ese límite de tiempo.
Estábamos en la entrada del bosque, donde había encontrado a Dillian. A pie, tomaría una hora llegar al pueblo.
Nathan tenía razón: no resistiría tanto.
“Al final… ¿no queda otra opción?”
Dicen que es un hombre peligroso, pero no puedo abandonar a alguien que está a punto de morir.
“¿Pero qué pasará si descubren mi poder curativo?”
¿Y si el templo se entera? ¿Y si vuelven a atraparme?
La ansiedad me recorría sin freno.
—Ria.
—Entendido.
Si la vida es una serie de decisiones, todas las que tomé hoy ya fueron errores.
Recolectar hierbas, salir temprano del trabajo… todo falló.
¿Qué salir temprano? Por tomar un atajo, me topé con Dillian, convertido en una nota de despedida.
—Haa…
Mi aliento se dispersó en el aire helado.
Mientras tanto, la temperatura del cuerpo de Dillian bajaba rápidamente.
Era el momento de decidir.
—Nathan, ¿puedes traer el carrito?
—Vuelvo enseguida.
Como lo suponía, no podía dejarlo ahí.
“Sólo curaré lo necesario para estabilizarlo, y luego lo mandaré al templo en una carreta.”
Si cuando recupere la conciencia Dillian decide arrasar el templo, no será mi problema.
—Vamos a hacerlo. Yo puedo con esto.
Como si respondiera a mis palabras, sus párpados temblaron.
—¿Estás despierto?
Ojos rojos, profundos e indescifrables, me miraron fijamente.
—Tranquilo, no voy a hacerte daño. Voy a curarte.
Extendí mi mano lentamente para calmar a la bestia.
Tuk.
Mi muñeca fue atrapada.
Sus ojos, como rubíes, se curvaron lentamente.
Justo cuando estaba a punto de sonreír encantadoramente.
Una fuerza tremenda me atrajo, y pronto mi visión se volcó por completo. Era increíble pensar que estuviera al borde de la muerte.
—¡Ugh!
Mi espalda golpeó contra el suelo helado. Fruncí el ceño por el dolor adormecido.
Dillian se subió a mi cintura y, con los ojos entrecerrados, me miró.
Respiraba mientras mostraba una sonrisa seductora capaz de hechizar a cualquiera.
“Esto es peligroso…”
Con esa cara peligrosamente atractiva, me mordí los labios. Entonces su mirada bajó hacia mi boca.
Tras observarla largamente, sonrió y se inclinó sobre mí.
Su cabello rozó mis mejillas. Un aliento cálido acarició mi rostro.
“¿Qué le pasa a este tipo de repente?”
Empujé su hombro con cuidado.
—Perdón, estamos demasiado cerca… ¿puedes retroceder un poco?
Las palabras que intentaba pronunciar se esfumaron en el aire.
Meneo. Una sombra negra reptó por su mejilla como una serpiente.
Seguí con la mirada las espinas que llegaban hasta el borde de sus ojos, y me atrapó la mirada enrojecida, como embriagada.
No puede ser…
Un sutil roce en mi mejilla confirmó lo que temía.
Si juntamos todos los síntomas… esto es…
Un descontrol.
Cuando entendí eso, empecé a forcejear desesperadamente.
—¡Oye! ¡Dillian! ¡Despierta! ¡Te digo que despiertes!
“Maldita sea, perdió demasiada sangre.”
Sólo hay una forma de calmar el descontrol de Dillian:
Tomando la vida frente a él.
Literalmente. No es algo sexual, es quitar una vida.
En resumen, ahora mismo yo soy, por así decirlo, el platillo favorito de Dillian.
—¡Dillian! ¡Tengo mal sabor! ¡Sabes a jugo orgánico de col! ¡Asqueroso!
¿No sabes lo horrible que sabe eso?
¡Sabe como agua sucia de trapo!
Grité con desesperación, pero eso sólo estimuló más a Dillian.
Al mostrar abiertamente mi desesperación, olvidé que era una emergencia y hablé sin pensar.
“¡Este loco! ¿Te gusta aún más? ¿Tienes tantas ganas de comer?”
Dillian no desaprovechó mi distracción y se lanzó sobre mí como una bestia hambrienta guiada por la sangre y el instinto.
“¡Voy a morir si esto sigue así!”
Grité con desesperación mientras empujaba su rostro.
—¡Nathan! ¡Sálvame! ¡Me va a comer!
—¡Nunca he visto a un hombre tan descarado! ¡Aléjate de Ria ahora mismo!
Nathan, que voló rápidamente al escucharme, le jaló el cabello con sus garras afiladas.
Ese gesto apenas fue un cosquilleo para Dillian.
Pero bastó para crear una pequeña abertura.
Empujé su cara con una mano, y con la otra tanteé el suelo.
Algo duro tocó mis dedos.
Antes de pensar, lo agarré y le di un golpe en la cabeza.
¡PAAK!
Un sonido seco.
¡SRAAK!
Dillian se desplomó sobre mí.
Lo aparté rápidamente de encima y me moví.
Tuk. Una piedra grande cayó de mi mano.
El silencio llenó la habitación.
—…Ria.
—…Shhh, no digas nada.
Dillian Sinaize.
El duque maldito. El villano de esta novela. El origen de la destrucción.
Un hombre que puede considerarse el más fuerte.
Y yo… acabo de golpearle la cabeza con una piedra.
Maldita sea. Acabo de plantar mi propia bandera de muerte.
Capítulo 1. Reencarné como un personaje extra. Y ya marqué mi muerte.
¿Dónde fue que todo salió mal?
¿Tomar un atajo? ¿Curar a Dillian? ¿Llevarlo a mi casa?
No, nada de eso.
Todo estaba mal desde el momento en que abrí los ojos en este mundo problemático.
Miré al chico guapo que dormía en mi cama con los ojos llorosos.
Era un rostro que quitaba el aliento.
Cabello negro sedoso, piel tan clara como porcelana.
Nariz alta, labios rectos, mandíbula afilada.
Parecía una escultura hecha por Dios.
Decir que era hermoso no le hacía justicia. Pero conociendo su identidad, no podía gustarme.
“Traje a casa al villano con mis propias manos… estoy loca.”
Llevar a Dillian desde el bosque no fue fácil.
Cayó una tormenta de nieve al caer la noche, y el templo estaba demasiado lejos.
No tuve más opción que traerlo aquí.
Con un suspiro, me sujeté la frente y le hablé a Nathan.
—Nathan, me vas a salvar si estoy en peligro, ¿verdad? Dijiste que eras mi guardián.
—Por supuesto. Te protegeré. Pero…
Con una expresión distinta a la habitual, Nathan preguntó preocupado:
—¿Lo conoces? ¿Te ha pasado algo con ese tipo?
—No lo conozco personalmente… Sólo sé quién es.
—¿Es peligroso?
—Mucho.
—Un tipo muy, muy peligroso.
Y yo… le pegué en la cabeza con una piedra.
Tan fuerte que perdió la conciencia.
Cuando despierte, yo —la que se atrevió a golpearlo— podría perder la cabeza.
Un sudor frío recorrió mi espalda.
—…Nathan. ¿Y si huimos?
No puedo echar a Dillian, así que la única opción es irme yo.
“Ya lo curé, mi parte está hecha.”
—¿Con este clima?
Hwiiing-
La ventisca golpeaba las ventanas con fuerza.
—Ria, vas a morir congelada.
—¡Pero Nathan! ¡Con este hombre aquí no voy a poder dormir tranquila!
—¿No es su rostro tu tipo?
—¿Ese rostro? ¡Para nada! ¡No es mi tipo!
Nathan me miró con frialdad.
—Ria. Todos los chicos que dijiste que eran guapos se parecen a él.
—…Tsk.
—No te preocupes. Por muy bestia que sea, no va a hacerle daño a su salvadora.
“Sí. Como dice Nathan. No va a matarme… probablemente.”
Con ese pensamiento, lo cubrí con mi manta favorita.
Nathan murmuró algo sobre contradicciones, pero no lo escuché.
Salí a la sala de estar, me arrodillé y junté las manos. Recé a Dios, a quien usualmente nunca buscaba.
“Por favor… Que Dillian olvide todo esto…”
Recé y recé durante esa larga noche.
Sin saber qué traerían esas oraciones.
Comment