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Capítulo 23: La consulta de la santa
—Bienvenido, Harry-sama.
Al escuchar la bienvenida de Liliana, la expresión de Harry se suavizó de inmediato. Sus ojos, que normalmente recordaban al frío cielo nocturno de invierno, se volvieron dulces y brillantes, atrapando la atención de Liliana sin que ella se diera cuenta.
—He vuelto, Liliana.
Mientras hablaba, Harry echó un rápido vistazo a la mesa. Al ver dos juegos de té, supo que el joven descarado había venido a visitarla una vez más. Aunque le provocaba hacer una mueca, Harry se contuvo y, con una sonrisa calmada, miró a Liliana.
—¿Nova ha estado aquí hoy también?
—Sí, así es. Estuvo aquí hasta hace un momento… ¿No te lo cruzaste?
—No, no lo vi.
Liliana inclinó la cabeza, confundida. Sin embargo, lo que ella no sabía era que Nova Oprst no era un niño común y corriente. En realidad, tenía una cantidad de sangre de hada mucho mayor que la de Harry, ya que Nova era, de hecho, un hada. Había sido enviado al mundo humano como parte de una travesura de las hadas conocida como changeling, y aunque ahora fingía ser un niño, Harry no podía estar seguro de cuándo mostraría su verdadera naturaleza. Le preocupaba que algún día Nova se llevara a Liliana al reino de las hadas.
(¿Debería contarle la verdad sobre Nova?)
Pero Harry no estaba seguro si sería correcto hacerlo sin permiso. Si Nova realmente estaba intentando forjar una amistad sincera con Liliana, revelar su verdadera identidad podría arruinar esa amistad, tanto para Liliana como para Nova. Especialmente al ver lo feliz que Liliana estaba con su primer amigo, Harry no podía tomar esa decisión a la ligera.
Como resultado, una vez más decidió no decir nada hoy y mantuvo una sonrisa vaga.
—Liliana, voy a hacer mantequilla de manzana. ¿Me ayudarías?
—¡Por supuesto, con mucho gusto!
Liliana lo siguió corriendo detrás de él con pasos ligeros, pareciendo tan adorable como un pequeño patito. Harry redujo el paso, disfrutando de la visión de su entusiasmo.
Una vez en la cocina, los dos comenzaron a organizar las compras y se prepararon para hacer la mantequilla de manzana. Liliana lavaba las manzanas mientras Harry las pelaba, quitaba los corazones y las cortaba en ocho partes. Juntos, cortaron las manzanas en rodajas finas y las sumergieron en agua salada. Ambos ya se habían acostumbrado a este tipo de trabajo en equipo.
Liliana, que antes apenas podía sostener un cuchillo sin temblar, ahora cortaba las rodajas finas con habilidad. Harry, emocionado como un padre sobreprotector, se sintió conmovido por el progreso de Liliana y discretamente se secó una lágrima.
—Liliana, pon la mantequilla en la sartén. Cuando se derrita, agrega las manzanas y, una vez que la mantequilla se mezcle bien, añade el azúcar. Cocina las manzanas hasta que se vuelvan transparentes y suaves, luego te relevaré.
—Cuando la mantequilla se mezcle, añado el azúcar, y cocino hasta que las manzanas estén transparentes. Entendido.
—Déjamelo a mí —respondió Liliana, arremangándose con determinación.
Poco después, la mantequilla en la sartén comenzó a derretirse lentamente. Liliana agregó las manzanas, ahora escurridas, y, mientras inhalaba el aroma que se elevaba, comenzó a mezclar los ingredientes con una espátula de madera. Normalmente, Liliana se concentraba en la olla con la misma intensidad que si estuviera manejando una bomba, pero hoy parecía diferente. Como si tuviera algo que le costaba decir, lanzaba miradas furtivas a Harry mientras revolvía la mezcla de manera distraída.
Al notar el ritmo pausado en el que Harry cortaba la mantequilla, Liliana finalmente se atrevió a hablar, aunque con cautela.
—Harry-sama… Esto, bueno…
—¿Mmm?
—Tengo algo que me gustaría consultar —dijo Liliana.
—Ah, ¿de qué se trata?
Harry estaba dispuesto a escuchar cualquier cosa sobre Liliana en cualquier momento, incluso si lo despertaba en medio de la noche. Fingiendo calma y madurez, esperó sus palabras con paciencia.
—En realidad, estaba pensando en cumplir con mi deber como la Santa de la Rosa Negra.
—¿No tienes que apresurarte tanto?
De hecho, Harry pensaba que aún no la había mimado lo suficiente. Su plan era que Liliana continuara sanando su corazón y cuerpo durante al menos seis meses más, y que comenzara con sus deberes en primavera. Pero Liliana parecía pensar lo contrario.
—No, creo que ya voy tarde. Por eso, aunque sea un poco tarde, me pregunto… ¿por dónde debería empezar?
—Es una excelente idea.
—No, no es para tanto… ni siquiera he hecho nada. Pero cuando veo a Nova ayudando en casa y me doy cuenta de que yo no hago nada, siento que no puedo seguir así. Por eso…
Liliana siempre se sonrojaba cuando la elogiaban. Y modestamente, siempre negaba que mereciera el cumplido. Verla sonrojarse de esa manera era encantador para Harry. Él soñaba con que algún día, ella simplemente aceptara el cumplido con un “gracias” y le devolviera una sonrisa.
—Liliana.
—Sí, Harry-sama.
—Primero…
Liliana enderezó su postura, percibiendo que lo que Harry estaba a punto de decir era importante.
—Si realmente quieres hacer algo como santa, he escuchado de Luaine-sama que lo primero que debes hacer es practicar hacer florecer las flores. Al principio, cuando una santa de las flores recibe su bendición, su poder no es estable. Para poder usar tu bendición de manera confiable y a voluntad, necesitas practicar mucho… o eso dicen.
—Pero, ¿y si hacer florecer las flores desencadena algo inesperado?
La bendición de las flores se activaba cuando florecían. Liliana temía que, sin querer, pudiera influir en las personas a su alrededor. Harry, al notar su preocupación, le revolvió el cabello con suavidad para tranquilizarla.
—Estarás bien —le dijo con una sonrisa.
Liliana lo miró hacia arriba con duda, pero cuando él asintió con seguridad, ella finalmente pareció relajarse.
—Según Luaine-sama, mientras te limites a orar por hacer florecer las flores sin formular ningún deseo concreto, no ocurrirá nada más. Incluso si, por algún casual, algún efecto adicional apareciera, sería algo tan leve como un simple amuleto. ¿Acaso no deseaste algo cuando sucedió la última vez?
Al recordarlo, Liliana se dio cuenta de que efectivamente había hecho un deseo. Cuando las pétalos flotaban alrededor de ella, había pedido: “Por favor, ayuda a Harry-sama”.
—Es cierto, tienes razón.
Ahora que lo pensaba, la bendición de la Rosa Violeta de Satina solo había sido utilizada una vez, y Satina, con todo su orgullo, no habría fallado. Así que seguramente había practicado antes. Liliana asintió, comprendiendo mejor la situación.
—Ya que lo has entendido, hay otra cosa.
—¿Otra cosa?
—Deberías dejar de hacer eso, es lindo, pero no deberías.
—¿Hacer qué? ¿Y por qué dices que es lindo?
Liliana, sinceramente desconcertada, inclinó la cabeza, sin comprender a qué se refería Harry. A pesar de que él ya le había dicho muchas veces que era linda, ella aún no se acostumbraba a escucharlo. Para Harry, su expresión confundida era simplemente adorable
—Cuando te elogian, enseguida te pones roja y lo niegas —dijo Harry, mientras le daba un suave toque en la mejilla a Liliana.
Ella soltó un pequeño grito de sorpresa, y sus mejillas, que ya estaban ligeramente sonrojadas, se volvieron tan rojas como una manzana.
—Ponerte roja es adorable, y el hecho de que no puedas aceptar los cumplidos de manera directa también es muy lindo, en una forma inocente. Pero, como eres tan adorable, me cuesta lidiar con ello. Creo que deberías practicar aceptar los halagos.
Aunque lo decía con total seriedad, Harry era consciente de que estaba diciendo una tontería. Si alguien más lo hubiera oído, especialmente Rüdiger, seguro se habría echado a reír a carcajadas.
—No hay manera de que… sea linda… yo… —empezó a decir Liliana, pero se quedó a mitad de la frase, avergonzada.
Harry asintió, como si hubiera comprendido perfectamente.
Sin poder decir más, Liliana bajó la cabeza, apenada.
(Él sigue diciendo que soy linda, pero en realidad lo que intenta decir es que demasiado modestia también puede ser arrogancia, ¿verdad?)
Probablemente, Harry trataba de transmitirle su mensaje de manera simple, aunque, al estar tan avergonzado, lo hacía menos claro. Por un momento, lo único que se escuchaba en la cocina era el sonido de las manzanas hirviendo en la olla. El dulce y suave aroma llenaba el ambiente de una paz acogedora.
—Harry-sama.
—¿Mmm?
Impulsada por el cálido aroma, Liliana extendió la mano.
—Sé que no será fácil al principio… pero voy a esforzarme, así que por favor, acompáñame en esto.
Al ofrecerle la mano para un apretón, Harry la tomó firmemente en respuesta.
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