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<Capítulo 4>
Edificio del Grupo Lee Do.
Un anciano gritaba enojado.
— ¡¿Qué diablos vamos a hacer ahora?!
El anciano enrojecido de ira escudriñaba a su alrededor, pero todos evitaban su mirada. Ante esa actitud pusilánime, la paciencia del anciano finalmente explotó.
— ¡Respondan!
¡Bam!
— ¡Les estoy preguntando!
¡Bam!
El símbolo de la industria coreana. Distribución, logística, electrodomésticos, electrónica, construcción, telecomunicaciones, semiconductores, automóviles… En todos los sectores, era el indiscutible número uno de Corea del Sur.
El presidente del grupo Lee Do, Lee Sang-byeok.
Esta era la identidad del anciano.
— Oigan, ¿están sordos? ¿No tienen boca? ¿Por qué no hablan? ¿Están tratando de matar a este anciano de un ataque al corazón? Tú, el de distribución, ¿eso es realmente cierto?
— ¡Lo siento!
— ¡En, tú, productos básicos!
— ¡Lo siento!
— ¡No te limites a pedir perdón! ¡Habla!
¡¡Kwaang-!!
‘Número uno’, eso era Lee Do Group.
Esa frase resumía a la perfección la obsesión de Lee Sang-byeok por ser el mejor en todo. Tenía que ser el número uno en todo, o no tenía ningún valor.
N.º 1 en la industria, N.º 1 en ingresos, N.º 1 en valor.
Incluso los salarios de sus empleados eran los más altos. Si otra empresa ofrecía un solo won más, él inmediatamente los aumentaba.
Una vez, en un programa de televisión, la cafetería del grupo Lee Do quedó en segundo lugar. Eso no habría sido un problema, pero el presidente Lee Sang-byeok lo vio. En ese instante, lanzó el tenedor con el que estaba comiendo y dio una orden. Ese mismo día, la cafetería fue completamente renovada y el gerente a cargo fue degradado.
La obsesión de Lee Sang-byeok por ser el número uno era casi enfermiza.
Por eso, no podía aceptar haber perdido la licitación de procesamiento de piedras mágicas y haber quedado en segundo lugar.
— ¡Esto es Corea! ¡Este es el territorio del grupo Lee Do! ¿Cómo es posible que hayamos perdido contra esos mocosos de Kirin? ¿Están tratando de matarme de un ataque al corazón? ¡No tiene sentido de otra manera!
— ¡Lo sentimos!
— ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡A partir de ahora, quien diga ‘lo siento’ perderá la cabeza!
— …
— Hmph… Vicepresidente, explícame tú. Dime qué pasó.
Lee Young-bin, vicepresidente de Lee Do Group y primogénito de Lee Sang-byeok, levantó la cabeza.
Conocía muy bien a su padre, que despreciaba cualquier excusa o disculpa. Por eso, fue directo al grano.
— Es por las piedras mágicas.
— ¿Piedras mágicas?
— No hemos contribuido significativamente a la oferta y demanada de piedras mágicas.
Las piedras mágicas eran la principal fuente de energía del país, por lo que el estado tenía el monopolio de su venta. Las distribuía a las empresas a través de licitaciones.
— Actualmente, el Grupo Kirin opera el gremio más grande de Corea. Dado que el gobierno necesita una enorme cantidad de piedras mágicas cada año, no tiene más remedio que estar a merced de Kirin, su principal proveedor.
— Además, el Grupo Kirin mantiene una estrecha colaboración con el gobierno actual. Desde la adquisición de piedras mágicas hasta la eliminación de monstruos, la obtención de materiales para investigación y el asalto a portales específicos, el gobierno está claramente favoreciendo a Kirin.
— Siendo honestos, es más beneficioso para el gobierno apoyar a Kirin en lugar de a nosotros.
Tomaron el lado del que más les beneficiaba.
A primera vista, parecía una situación simple y razonable.
Pero eso solo era cierto si no se conocían los hechos ocultos.
¡¡—Bam!!
— ¡Eso es ridículo! ¿Nos están echando por una razón tan absurda? ¡¿Es una broma?
En Corea, la influencia de Lee Do era abrumadora. Tanto que se hablaba abiertamente de la ‘República de Lee Do’. Incluso el gobierno lo consideraba una carga demasiado pesada.
¿Cómo podían detener a un monstruo de ese nivel?
Sin embargo, a pesar de tener un poder casi absoluto, Lee Sang-byeok sorprendentemente retrocedió y renunció a algo preciado.
En lugar de disfrutar de su orgullo y superioridad, prefería mantener su posición de número uno durante mucho tiempo y seguir creciendo.
Por lo tanto, necesitaba un mercado estable, y para que el mercado fuera estable, la competencia era esencial.
Por eso, Lee Sang-byeok, con el corazón apesadumbrado, renunció al gremio que tanto deseaba, y el gobierno, como compensación por aceptar sus excesivas demandas, le prometió el derecho a pujar por el procesamiento de piedras mágicas y otros beneficios.
Dadas estas circunstancias, ¿cómo se sentiría Lee Sang-byeok ahora?
Se sentía como si le hubieran golpeado en la nuca
¡A él, Lee Sang-byeok!
— Las elecciones presidenciales del año pasado fueron la clave.
— ¡Lo sabía! ¡Todo es culpa de ese idiota!
— Aunque el presidente lo niega activamente, la conexión entre el presidente Choi y el Grupo Kirin es un secreto a voces.
Aunque la explicación fue larga, al final se trataba de corrupción política.
La empresa lo patrocina y el político los apoya. Una corrupción común.
— Como dice el refrán, si haces un favor, pensarán que es su derecho. Choi y los bastardos de Kirin se atreven a enfrentarse a mí, Lee Sang-byeok.
— …
— Haa… Está bien.
De repente, la voz de Lee Sang-byeok se calmó.
Todos se sobresaltaron. Era una señal de que estaba realmente enojado.
— Todos fuera.
Ya no quería verlos.
Con esa orden, todos se retiraron, y Lee Sang-byeok sacó un cigarrillo y tomó el teléfono.
— Dile a Cheol-ong que entre.
Entonces entró Yoo Cheol-ong, el único al que Lee Sang-byeok llamaba por su nombre, el secretario privado del presidente y su mano derecha.
El hombre de cabello blanco inclinó la cabeza y encendió el cigarrillo de Lee Sang-byeok sin decir una palabra.
— Cheol-Ong, ¿has oído eso?
— Sí, lo escuché.
— Bien… Parece que tendremos que adelantar los planes.
Ante esas palabras, el anciano levantó la cabeza.
De sus penetrantes ojos brotó un fulgor agudo.
— Ya tengo todo listo. Solo dé la orden y el personal se encargará.
— Bien, págales bien y asegúrate de que no haya problemas
— Hemos enviado a todos los funcionarios de bajo rango. Los concejales locales también estarán de nuestro lado. La justificación será la reducción de la desigualdad entre la capital y las provincias, bajo el pretexto de apoyar a cada gobierno local.
— Está bien, ¿qué pasa con el gremio?
— Ya he hablado con los altos cargos del Centro de Gestión de Despertados. Me han asegurado que harán la vista gorda. Ya hemos hecho la selección, ¿quiere echarle un vistazo?
— No hace falta. Cheol-ong siempre hace un buen trabajo.
¡Fuuu~!
Exhaló una bocanada de humo.
— Parece que esos idiotas de afuera creen haberme atado. Solo por haber dejado la idea del gremio, ja. ¿Tú qué piensas Cheol-ong?
— Eso es absurdo. Todo es según la voluntad del presidente.
— Así es. Renuncié al gremio porque quería la paz, y gracias a mí tolerancia, el gremio Kirin se convirtió en el mejor.
Sin embargo, le devolvieron el favor con engaños.
Ya no había razón para seguir llevando estos ridículos grilletes.
Lee Sang-byeok declaró con ira.
— A partir de hoy, el grupo Lee Do tendrá un gremio.
Con esta sola frase, tanto Corea como el mundo de los gremios se verán sacudidos.
El hombre a quien servía Yoo cheol-ong tenía ese poder.
— Entendido. Entonces enviaré a la gente a las distintas provincias según lo planeado. Y los jóvenes maestros…
— ¿Qué hay que decir? Hazlo como estaba planeado. Si llevan la sangre de Lee Sang-byeok, podrán manejar un gremio.
— Está bien, pero presidente…
Yoo Cheol-ong habló con cautela.
— ¿Qué hay del joven maestro Lee Shin…?
En el momento en que se mencionó el nombre de Lee Shin, las cejas de Lee Sang-byeok se fruncieron con fuerza.
— ¡Ni siquiera menciones a ese tonto delante de mí!
Para Lee Sang-byeok, el nombre de Lee Shin era una fuente de ira diferente a la de haber perdido la licitación de piedras mágicas.
En terminos de intensidad de la ira, la de Lee Shin era aún mayor que la de la licitación.
En el caso de la licitación, confiaba en poder controlarla con su poder, pero su estúpido nieto siempre se salía de su control.
¡Crack!
¡Maldito mocoso!
¿Cuántas oportunidades le dio porque era su nieto mayor?
Lee Sang-byeok había sido especialmente cariñoso con Lee Shin desde pequeño, era su primer nieto y se parecía mucho a él.
Le había dado todo lo que podía tener y le había permitido hacer todo lo que quería.
Sin embargo, terminó involucrado en drogas, mujeres y peleas…
Finalmente, había decepcionado a Lee Sang-byeok.
¿Qué más podía hacer? ¿Cuánto más podía tolerar?
El hecho de no haberle quitado nada de lo que le había dado ya era una muestra de la gran paciencia de Lee Sang-byeok.
Mientras Lee Sang-byeok, sumido en sus pensamientos, apretaba los dientes, Yoo Cheol-ong continuó con cautela.
— Pero ¿no sería mejor darles una oportunidad justa a todos?
— ¡Basta! ¿Por qué sigues poniéndote de su lado?
— Bueno… ¿no es alguien a quien el presidente aprecia mucho?
— ¡!
Aprecio.
Sorprendido por que su secreto había sido descubierto, Lee Sang-byeok se detuvo un momento y luego miró fijamente a Yoo Cheol-ong con un rostro un poco más sereno.
— Me conoces demasiado bien.
— Lo siento.
— Está bien, deja de hablar de él. Es un asunto de la empresa, ¿cómo podría dejarlo en manos de ese vago?
En ese momento, como si algo le hubiera venido a la mente, Lee Sang-byeok preguntó.
— ¿Está bajo arresto domiciliario, verdad?
— Si se refiere al joven maestro Lee Shin, ha sido confinado a la casa sin poder salir como ordenó.
— Bien hecho. Asegúrate de que ni una sola palabra de este asunto llegue a oídos de ese chico. Un león se esfuerza al máximo incluso cuando caza un conejo. No quiero que se involucre en asuntos extraños. ¿Entendiste?
— Lo tendré en cuenta.
— Puedes retirarte.
Yoo Cheol-ong se inclinó y salió de la habitación.
Cuando la puerta se cerró y la oficina del presidente quedó en silencio, dejó escapar un suspiro que había estado ocultando detrás de su ira.
— Haa… Ese tonto chico…
Lee Sang-byeok observó su propio reflejo en la ventana.
* * *
El centro de la ciudad llena de rascacielos.
La mirada de las personas que estaban ocupadas caminando por las calles se concentró en un solo lugar.
— Wow, míralo.
— Ugh, ¿que es eso?
— Debe tener confianza para salir así a la calle.
Chanclas que dejaban al descubierto los dedos de los pies.
Pantalones de chándal azul brillante.
Una camisa arrugada con las mangas remangadas hasta los codos.
Un cabello despeinado como si hubiera explotado una bomba.
Parecía que acababa de saltar a un contenedor de ropa sucia y se había puesto lo primero que encontró.
Sin embargo, cuando la mirada pasó de su descuidada apariencia a su rostro, todos exclamaron al unísono.
— ¡Oh…!
— ¡Oh, Dios mío!
— Wow….
Alguien una vez dijo que la moda se completa con el rostro.
El hombre que tenían delante lo demostraba. ¿Chanclas? ¿Chándal? ¿Camisa arrugada?
¿Qué importaba?
¡Tenía un rostro increíble! ¡Irradiaba encanto!
Entre la multitud, algunos más observadores inclinaron la cabeza con sospecha.
— Creo que lo he visto en alguna parte.
— ¿Se parece a alguien? ¿Es una celebridad?
La gente comenzó a murmurar, como si estuvieran haciendo una lluvia de ideas.
Pronto encontraron la respuesta.
— ¿No es Lee Shin?
— ¿Eh? ¡Si! ¡Es verdad!
Así es, era Lee Shin.
Estaban acostumbrados a verlo solo con trajes caros que costarían una casa, por lo que no lo habían reconocido con esta ropa tan barata (¿?) y familiar (¿?).
O tal vez fue su apariencia algo pueblerina los que los confundió.
En cualquier caso, Lee Shin no prestaba atención al bullicio a su alrededor, sino que miraba a su alrededor como un campesino mientras exclamaba sorprendido.
— ¡¡Oh…!!
No podía creer cómo el nombre de la compañía, que debería comenzar con H o L, era reemplazado por el nombre de la compañía del GM del juego.
La calle familiar pero desconocida, le proporcionó a Lee Shin un placer diferente.
Y al detenerse.
Entre todos esos nombres, encontró el que tanto buscaba.
— ¡Aquí está! Grupo Lee Do.
El edificio más alto y el más cercano al cielo, en este bosque de concreto.
Grupo Lee Do.
Ese era el destino del Lee Shin.
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